Cuando Karl Friedrich Benz inventó la gasolina automotriz en 1885 que impulsaría el primer automóvil (también de su invención) en 1886, no pudo haber imaginado la inmensa cantidad de industrias que se originaron con su gran invento y menos aún el impacto ambiental que produjo con los años.
La gasolina es el combustible de mayor uso en el mundo por la gran cantidad de maquinaria que se ha desarrollado en base a ella. Está derivada del petróleo, lo que ha causado una gran dependencia de este recurso. El 80% de las reservas de petróleo se encuentran ubicadas en únicamente 13 países que integran la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) entre los que se encuentran Arabia, Emiratos Árabes Unidos, Libia y Venezuela, entre otros. El reducido espacio geográfico de producción ha llevado a múltiples guerras y crisis de escasez a lo largo de la historia.
Otra alternativa de combustible fue patentada en 1892 por Rudolf Diesel. El motor que lleva su nombre fue presentado en la Feria Internacional de 1900 en París, como el primer motor para “biocombustible”, que podía funcionar con aceite puro de palma o coco. El motor Diesel, sin ningún tipo de modificación, puede funcionar también con una fórmula de combustible derivada del petróleo e igual que la gasolina, ésta la más utilizada en todo el mundo.
Los automóviles de motor a gasolina, con una pequeña modificación, pueden utilizar también combustibles que producen un 85% menos de gases invernadero (en relación con la gasolina) como el Etanol. Este combustible se obtiene de la destilación del maíz o caña de azúcar.
Con la creciente contaminación, muchos ambientalistas volcaron su atención a la producción y consumo de biodiésel, que puede utilizarse en motores Diesel sin requerir ninguna modificación en la actualidad. El biodiésel se produce orgánicamente con especies agrícolas como el maíz, soya, girasol, palmas e incluso árboles como el pino y el eucalipto y son una fuente de energía renovable. La alta demanda de este producto generó polémica, puesto que terrenos boscosos fueron talados para ser utilizados como siembras y en muchos lugares se cerraron distribuidoras.
Los ambientalistas no cesaron su búsqueda de un combustible amistoso para el medio ambiente, y finalmente lo encontraron. El biodiésel producido por algas. Las algas pueden ser cultivadas en terrenos que no son aptos para la agricultura, como los desiertos. Su increíble rápido crecimiento permite la extracción de aceite 200 veces mayor que la producción de aceite de plantas. Tal como las plantas, su crecimiento requiere luz solar, agua y CO2, con la gran ventaja de que incluir mayor cantidad de CO2 en la atmósfera del invernadero incrementa más rápidamente la producción de las algas. Esto significa que no sólo no genera CO2 cuando es consumido, sino que reduce la cantidad de CO2 que ya tiene la atmósfera, ofreciendo una solución real al calentamiento global.
Luisa Fernanda Penedo