SENCILLEZ: Que carece de ostentación y adornos
DEFECTO POR AUSENCIA: SUPERFICIALIDAD
DEFECTO POR EXCESO: EXCESO DE
La sencillez aparece en las personas sutilmente. Deja el implícito nivel de complejidad de vivir en manos de lo esencial y recuerda ser paciente y práctico ante el estilo de vida y la forma de abordar los problemas y sueños de cada día. Sugiere recordar “lo más importante” y seguir en contacto con la esencia de los elementos, sin agrandar ni exagerar las proporciones en que se incluyen las cosas “extra” en cada ecuación de vida. Supone medir todo con un criterio profundo de “lo que realmente importa” versus “lo que es superficial”.
Las personas sencillas saben darle importancia a todo sin exagerar.
Tienen muy claros los límites y se mantienen sin necesidad de impresionar a nadie, ni de entregarse a la auto indulgencia, ni el exagerado, intenso y decretado materialismo, sino más bien, viven agradecidas y en armonía con la esencia de todas las cosas y su significado y propósito reales. Las personas sencillas no consumen por consumir, no se complican demasiado, son dueñas de su vida y su paz proviene del estado de paz con el que se enfocan en las cosas que son de verdadera importancia y no en las que se relacionan a un falso sentido de importancia del ego.
Exagerar esta virtud conduce a un estado falso de sencillez donde hablamos de personas que toman su sencillez como una fachada ante los demás y no como en lo que realmente se sienten bien.
Fingen su paz interior en lugar de sentirla. Basan su sencillez en exageraciones que les hace menospreciar cosas muy importantes y demeritan su ego, pero como un medio de auto castigo. Recurren a la exageración, con frecuencia, por miedo a caer en el defecto o como un medio para tratar de ser aceptados por los demás. Las personas en el exceso sienten el impulso de hablar de ello, cosa que les delata. Una persona sencilla no suele hablar de sí mismo ni se reporta como sencilla, pues su sencillez es auténtica.
La superficialidad, por su parte, es el defecto por ausenciaque implica que la persona está intoxicada de impotente esclavitud ante lo superfluo y lo que tiende a realzar un falso sentido de importancia. Egocéntricas, las personas superficiales se atascan en tratar de proyectar una imagen de importancia y de valor basadas en cosas frívolas y superficiales, carentes de solidez ni sustancia, cuyo fundamento es un ego orgulloso.
A las personas superficiales les llama la atención todo lo que parece otorgarle “credenciales de valor”, pues identifican esto como una herramienta que puede hacerles “superiores” de alguna manera. Detrás de la actitud superficial se encuentra una autoestima baja, por la que el individuo recurre a cosas superfluas para encontrar un sentido de valor en sí mismo. Otra forma en que las personas deciden continuar superficialmente es la de tratar de evitar el contacto profundo con la realidad y con los demás, para salvaguardarse de entrar en contacto con sus propios sentimientos de conflicto interno que les hace percibirse como de poco valor cuando no tienen sus “adornos” puestos.
Las personas superficiales siempre están hablando de cosas sin importancia y siempre están enfocados en “lucir esplendidos” en contar historias fantásticas sobre sí mismos y en encontrar valor en cosas que son fuente de orgullo. Las personas superficiales evitan la comunicación sincera, la honestidad, la profundidad y tienen como precepto mantener las apariencias por encima de la realidad.
Para alcanzar el equilibrio necesita abrirse a largas meditaciones sobre lo valioso y lo superficial y hallar el verdadero valor de uno mismo en la autenticidad y la sencillez de las cosas en lugar de la ostentosidad a la que recurre el ego para llamar la atención y atribuirse valor.
Silvia Larrave
www.silvialarrave.com
info@silvialarrave.com