DEFECTO POR AUSENCIA: MALDAD
DEFECTO POR EXCESO: FALSA BONDAD O BONDAD EN DETRIMENTO DE UNO MISMO
Bondad: inclinación a causarle bienestar a otros.
La bondad es bien conocida por su aspecto benéfico sobre quien la recibe. Un acto de grandiosa Divinidad. Aún si no somos conscientes, la bondad surge de un impulso directo del Ser intentando expandir el bienestar de sí mismo hacia su entorno, por sentirse emocionado al contemplar esa belleza en su interior: AMOR PURO.
En su expresión humana, se observa como una de las capacidades de belleza incalculable sobre el hecho de ser humano, puesto que se otorga en total libertad y en consciencia de abundancia, a través de abordar a otro ser con amor, para causarle el bien y con ello seguir multiplicando el bienestar propio también.
Se requiere de amor para concebir la bondad, no hay duda, pero en sí mismo, el amor no es suficiente; uno le agrega su voluntad de expandirlo y entonces el resultado es bondad.
Las personas bondadosas son en extremo conscientes de lo que el mundo necesita y lo dan según sus posibilidades gracias a su inagotable espíritu de compartir. Las personas bondadosas han trascendido en mucha medida el egoísmo y las heridas que han recibido al interactuar con los demás, eso les capacita para decidir ser bondadosos y se dedican a multiplicar el bienestar en todo lo que les rodea. Las personas bondadosas nos incitan a vivir en paz y a dar de nosotros en un esfuerzo por ser felices todos juntos. Considerando la posibilidad de acercarnos en gracia a alguien y verter del amor interior sobre él.
El defecto por ausencia se deriva de lastimaduras, conciencia de escasez y resentimiento. Resulta ser la maldad un síntoma de desesperanza y de incredulidad por estar tan dolido y atorado en algunas heridas, que resulta imposible para quien la tiene, creer que es posible vivir a salvo en la bondad o esperarla de los demás, según su concepto de los demás y el mundo en que viven.
Por lo mismo, en un despliegue de resentimiento o de desesperanza, las personas malas suelen causar daño a otros y se abstienen de entrar en empatía con los demás, argumentándose a sí mismos que no tiene caso creer en el amor o intentar vivir sin dañar; si todo el mundo es malo y abusa alrededor, creen que deben escoger entre abusar o ser abusados y ellos preferirán abusar.
Los malos son en realidad unas personas que reaccionan altamente a sus heridas, con expresión iracunda y vil como mecanismo de defensa. Su actitud hostil y violenta corresponde más al miedo de ser abusado, que al concepto prejuicioso de concebir la maldad como el acto de “ser un monstruo”.
Lamentablemente, tal y como la bondad genera bondad, lo que causa una persona mala con sus actos es generalmente un efecto similar en otros, que provoca la interminable cadena de venganzas de las que se trata el vívido odio interior de una persona en ausencia de la virtud de la bondad.
El instinto animal puede entonces asomar con mayor facilidad y, en caso de estar disponible el poder, las personas malas abusaran de él y de su fuerza para ser egoístas y calculadoras a su conveniencia.
El defecto por exceso se da si en la virtud sucede cuando los actos bondadosos no se realizan desde el verdadero espíritu desprendido y amoroso de hacer el bien, sino por interés de conseguir favores o como una manera de presumir, pues esa intención lo convertiría de inmediato en acto de conveniencia y no de bondad.
El exceso no es necesariamente intencional, cuando exageras la bondad dejas de considerarte a ti mismo en la ecuación y te vuelves bondadoso en detrimento propio.
Simplemente el hecho de dejar de lado la amargura, perdonar a voluntad y procurar convertirse a uno mismo en peón de Lo Divino y no del mal, nos salva y genera en nosotros el espíritu bondadoso; y esta es una opción que más tarde o más temprano todos tenemos la libertad de elegir.