AUTENTICIDAD: CUALIDAD DE AUTÉNTICO, GENUINO. ACREDITADO DE CIERTO Y POSITIVO POR LOS CARACTERES, REQUISITOS O CIRCUNSTANCIAS QUE EN ELLO CONCURREN.
DEFECTO POR AUSENCIA: FALSEDAD
DEFECTO POR EXCESO: FALSA AUTENTICIDAD
La cualidad de ser genuino, honesto y congruente con lo que somos por dentro, reflejado en nuestra expresión hacia afuera para con los demás. Es, generalmente, una cualidad deseable, pero poco común.
Vivimos más bien en un mundo de personas con “agendas” que desconocemos y que todo el tiempo generan maniobras estudiadas para alcanzar sus objetivos, a partir de controlar las apariencias a su conveniencia.
Es natural, ya que la voluntad de las personas, si es fuerte, les lleva a ser proactivas y dominantes y si es leve, les lleva a ser manejadas y a darse a la automática tarea de someterse.
No obstante, existe la posibilidad de completar el tema de la autenticidad a partir de escarbar en la honestidad y de basar la conquista de nuestras agendas en valores que correspondan a vivir sin dañar a otros y construyendo sinergias que aporten ganancias simétricas a todas las partes involucradas y, gracias a ello, erradicar la necesidad de fingir lo que no somos.
Las personas auténticas son, de hecho, espontáneas, gracias a su código de honor que ha sido alineado al bien común y no sólo el bien egoísta. No miden todo el tiempo sus palabras y expresiones, sino que se expresan libremente, en concordancia con su interior, filtrando lo qué dicen de acuerdo a preservar el bien común.
Son conscientes, profundamente, de cómo sus palabras y acciones impactan a otros, de manera que ellos mismos tienen altos grados de filtro para dejar salir sus ideas sin daños indeseables para ellos o para los demás, por convicción propia. Su ejemplo de virtud radica en el hecho de verse en posibilidad de ser honestos y sinceros gracias a su alta calidad moral y ética.
Las personas con ausencia de esta virtud están clasificadas como “falsas”. Su costumbre es la de fingirse de acuerdo a la conveniencia de sus agendas egoístas.
Sus acciones se perciben faltas de veracidad, pese a que algunas de estas personas son realmente eficaces para mentir.
También se percibe vacío en sus palabras y sus contenidos verbales suelen parecer guiones estudiados, más que expresiones.
Cambiar la manera en que se expresan puede requerirse por simple necesidad de ser más auténticos en lo que hacen, aún si no se trata de algo egoísta, eliminando el factor de control, por uno de real motivación, por encarnar lo que proyectan.
Los que intentan evitar a toda costa este defecto, generalmente, caen en el defecto por exceso, en el que se convierten en una persona sin filtro y una reacción ambulante o, simplemente, intentan parecer siempre originales y únicos por guardar las apariencias, aún si en el fondo saben que no es correcto lo que intentan proyectar.
Larga es la fila de los que fingen, ya sea para conseguir algo o para aparentar algo para sentirse más valiosos. No obstante, la autenticidad es como un oasis dentro de nosotros, en donde se acepta lo bueno y lo malo y se concuerda en un código de honor que está al servicio de los valores comunitarios.
Cambiar nuestro acercamiento es, seguramente, algo que requiere valentía por tratarse de un mundo donde la vulnerabilidad puede tener un costo muy alto. Pero, frecuentemente, el que es auténtico, también sabe que no debe ser ingenuo.
Silvia Larrave
www.silvialarrave.com
info@silvialarrave.com
