El bien es el valor otorgado a una acción de un individuo, es una inclinación natural a fomentar lo deseable, motivado por una comprensión del entorno, de las personas, por ejemplo a través de un profundo ejercicio de la empatía y de uno mismo. Un conjunto de buenas acciones, acciones bien ejecutadas, que propugnan lo bueno para el propio individuo.
Algunas religiones, como la judía y la cristiana, contemplan la historia del mundo como una lucha histórica entre el Bien y el Mal, como una lucha entre Dios y Satanás. De ahí que se promueve la virtud, como camino del Bien y se combate al pecado, como camino del Mal. Incluso las profecías bíblicas predicen, para el futuro, el triunfo definitivo del Bien sobre el Mal.
El pensamiento humano ha seguido estos dos caminos divergentes: lo absoluto y lo relativo. Entre los pensadores contemporáneos se mantienen aún ambos puntos de vista, aunque tiene más adeptos el relativo. Para el hombre moderno, que mira a la ciencia y a la razón con gran respeto, es difícil encontrar argumentos adecuados que justifiquen la teoría absoluta del bien y del mal.
Lo primero, entonces, para saber si un acto es bueno o malo es considerar su objeto. Un acto que consista en ayudar al prójimo será bueno y el que consista en dañarlo será malo. La naturaleza humana tiene una finalidad en consonancia con la cual deben estar todos los actos y todos los objetos de esos actos.
La postura relativista supone, incluso, que las actitudes básicas del hombre, tales como el amor y el miedo, que se asocian casi siempre al bien y al mal, respectivamente, producirán efectos distintos según las épocas y las sociedades en las cuales se produzcan, algo que no resulta fácil aceptar. Si no existe actitud mejor que otra, tampoco debemos esforzarnos por adoptarla.
El bien moral se refiere a aquellas acciones libres que conducen al hombre a la consecución de su fin último. El bien moral nos acerca al fin último o bien supremo. El bien moral está de acuerdo con la específica naturaleza del hombre considerada en orden a su fin último, a su felicidad verdadera.
La libertad ha de tender siempre a escoger el bien moral, lo que perfecciona a una realidad según su modo específico de ser y actuar. Es la libertad quien tiene que elegirlos y dado que no está asegurado que alcancemos los fines naturales del hombre, la naturaleza humana tiene unas referencias orientativas para la libertad. Para ello, es preciso hablar sobre quién y qué es el ser humano. Esto lo abordaremos en la siguiente entrega. Hasta entonces.
Ing. Pedro Vinicio Donis