La perseverancia consiste en tener la disposición de ánimo suficiente para continuar haciendo “algo” a pesar de los obstáculos que nos encontremos en contra y a pesar de lo lejana que aquella meta pudiera parecer…
Entender el tema de la virtud de la perseverancia es algo interesante pues a veces somos propensos a dejar a un lado nuestros planes y propósitos, pero realmente no sabemos por qué.
El defecto en el que se puede caer por exagerar esta virtud es “la terquedad” es decir, mantenerse haciendo algo que ya se ha comprobado que no se puede realizar, o que la vida parece no apoyar, o que por alguna razón no parece ser adecuado o deseable para todos los involucrados.
La ausencia de la perseverancia aparece cuando se abandona lo que intentamos, o en no hacer con constancia lo que hemos decidido realizar. De ser así, la capacidad que tengamos de mantener nuestros pensamientos positivos y optimistas, será decisiva para el éxito del proyecto, pues el abandono generalmente se da por pesimismo, falta de creatividad o por incluir todas nuestras necesidades en el método que intentamos usar para alcanzar la meta.
Por ejemplo si tengo el propósito de levantarme más temprano para hacer ejercicios y luego no lo cumple, debería revisar en mi interior qué “pensamientos” tengo dentro de mí, tanto a favor del propósito, como en contra.
Una manera útil de solucionar mi falta de constancia es, que es lugar de resinarme a dejar mi meta, me siente a escribirme una carta a mí mismo, preguntándome (como si se tratara de alguien más) “¿Qué me pasa?”, “¿Por qué no quiero hacer esto?” y esto me dará una respuesta sencilla y escribiéndola podré ver lo que necesito con objetividad y a continuación replantear mi propósito o proyecto de manera que incluya esta necesidad en el método que usaré para alcanzar mi meta.
Puede ser que la razón que parezca en mi respuesta sea tan simple como “no me gusta levantarme a esa hora; me molesta porque siempre me acuesto tarde…” y entonces la solución sería cambiar la hora de levantarse o dejar de acostarse tarde.
Puede ser que la respuesta sea “no me gusta porque luego siento que no tengo tempo suficiente para el trabajo y me siento angustiado por el retraso y eso me roba la atención y me hace estar a disgusto durante el tiempo en que hago mis ejercicios y por eso ya no lo quiero repetir…” Entonces quizás la solución sea ejercitarse después del trabajo y no antes.
La clave, es que en vez de tratar de obligarnos, busquemos siempre una solución creativa que incluya esta razón que nos molesta en lugar de ignorarla como si no fuera importante.
Entonces ya no tendremos que conformarnos con un “NO PUEDO” o “ES DEMASIADO DIFÍCIL” o resignarnos a sentirnos culpables todo el tiempo por no poder cumplir, regañándonos o incluso resentirnos con nosotros mismos porque encontraremos LA MEJR MANERA PARA NUESTRAS NECESIDADES:
En el nuevo año, si en algún momento se descubre sí mismo “incumplido”, “inconstante”, “falto de voluntad” o “impotente”, pruebe este ejercicio escrito, verá que siempre hay otra forma de realizar los proyectos que usted se estará dispuesto a hacer y si la encuentra, el éxito está garantizado. ¡Suerte!