DEFECTO POR AUSENCIA: IRRESPETO
DEFECTO POR EXCESO: ADULACIÓN
La mayoría de personas reconoce que el respeto es la clave de una sociedad ordenada y armónica; sin embargo, el tema se presta a muchos aspectos y, por su diversidad, pueden a veces pasar inadvertidos como meritorios de respeto.
El respeto está estrechamente ligado a la claridad que se tiene de los alcances de nuestra propia libertad y la responsabilidad que esta conlleva. Dependiendo de las circunstancias y lugares en que nos encontramos, se presentan distintas “reglas” que se deben observadas para delimitar a qué se aplica el respeto en ese contexto. Si no contamos con esta claridad, con facilidad podríamos caer en el defecto por simple ignorancia.
Son comunes las expresiones de respeto en personas que se han destacado extraordinariamente por sus méritos. Sin embargo, no es que sólo estas pocas personas lo merezcan. Las personas respetuosas saben darles su lugar a todos. Respetan a una persona por el simple hecho de ser persona y le conceden deferencia por eso mismo. Sus maneras corteses y refinadas les destacan y son personas con un alto sentido de justicia y reconocimiento por los méritos ajenos. Su habilidad para reconocer este valor en pocas o muchas áreas de la vida de otros, les ayudan a desplegar ante ellas una actitud de justa cortesía. Su responsable manejo de límites y su justa inclinación les hace merecedoras de respeto también.
El defecto por ausencia se expresa en las personas irrespetuosas. Éstas actúan de manera desconsiderada y con familiaridades fuera de lugar. Esto se debe, con frecuencia, posiblemente a que por falta de consciencia sobre el respeto que merecen los demás, en ciertas áreas, por ciertos méritos ganados. Otras veces, porque la persona que observan no parece ameritarlo y otras cuantas, simplemente, por una total desvalorización de las cosas y personas y su total descuido de las consecuencias de sus actos.
A menudo, se cree que las personas irrespetuosas lo son por ser malas personas; pero, en general, una persona puede caer en este defecto por la simple falta de educación o de conocimiento o consciencia de los méritos delante de sí. Las personas irrespetuosas pueden cruzar fronteras, incluso, sin querer.
La virtud, al llevarla al extremo y exagerar la deferencia, se convierte en el defecto por exceso y junto a la ambición de proyectar algo que no somos, supone una exagerada manera de guardar la cortesía, obediencia y mucha consideración a las personas, pero por una de dos causas: o se tiene una agenda oculta o sobredimensionan los méritos de la persona receptora de la actitud.
