Todos tenemos necesidades que llenar. La verdad es que no siempre podemos hacerlo. A veces porque estamos en momentos clave donde no podemos acceder a los medios para llenarlas nosotros mismos y otras porque para llenarlas requerimos de otros.
Vivimos en sociedades organizadas desde hace siglos para poder mejorar la calidad de vida de todos a partir de la cooperación mutua, pues de esa manera se vuelve más posible llenar nuestras necesidades diarias.
Las personas necesitamos muchas cosas para vivir que van mucho más allá de las necesidades relacionadas al cuerpo que habitamos… agua, comida, descanso, sexo son necesidades obvias que se derivan del cuerpo, pero hay mucho más allá de eso.
Como son muchas necesidades, claro está que se resuelve primero lo que se refiere a supervivencia. Tal y como lo enunciara Abraham Maslow en su obra Una teoría sobre la motivación humana 1943, en la que formula su teoría acerca de una jerarquía de necesidades humanas y defiende que conforme se satisfacen las necesidades más básicas (parte inferior de la pirámide), los seres humanos desarrollan necesidades y deseos más elevados (parte superior de la pirámide).
Si la vida fuera ideal tendríamos siempre llenas todas las necesidades siempre ¿cierto? Pero…
LA VIDA NO ES IDEAL,
SINO REAL…
Lo que podemos conseguir es a veces inferior a lo que necesitamos y no siempre tenemos claro ni siquiera cómo le haremos para conseguirlo…
Esto implica entonces que tendremos que aprender a vivir con cierto nivel de frustración, incomodidad y muy posiblemente, a menudo, con una sensación de pesar y pérdida por las necesidades que no se llenan y las que se llenaban de alguna forma y de pronto se dejan de llenar por alguna razón.
Por lo general, las personas no somos conscientes de todo constantemente y las necesidades se pierden de vista especialmente si llevamos mucho tiempo sin llenarlas o satisfechos…
Perdemos el norte de dónde estamos nosotros mismos en la escala de la pirámide… ya no decir, cuánto más fácilmente perdemos el norte de donde están otras personas con las que nos relacionamos….
Entonces ocurre, frecuentemente dentro de las relaciones, que cada quien está en diferente punto y que nuestra habilidad de cooperarles a otros también es variable según vayamos llenando nosotros mismos nuestras propias necesidades.
Al estar en cooperación con otros estamos constantemente intercambiando valor entren nosotros y ellos. Cada tipo de relación llena diferentes necesidades.
Las relaciones de negocios y trabajo suelen ser usadas para llenar las necesidades fisiológicas y las de seguridad.
Las relaciones de pareja, por otra parte, se enfocan en llenar necesidades de afiliación y reconocimiento.
Las relaciones entre padres e hijos, por ejemplo, están orientadas a llenar todos los tipos de necesidades hasta que los hijos puedan hacerse cargo ellos mismos de sus necesidades o parte de ellas.
Las relaciones de amistad suelen ser más casuales que las demás y no se exige de nadie la contribución, se recibe y da sin compromisos muy formales.
En el caso de relaciones de pareja y relaciones entre padres e hijos, los niveles de vulnerabilidad y responsabilidad requeridos son mucho más altos.
Con eso se complica mucho más mantener siempre presente que, si bien existen compromisos adquiridos, que ambas partes deben procurar continuar, nunca se puede dar por encima de lo que se posee.
Las habilidades tanto de dar, como de recibir son fluctuantes todo el tiempo, porque los factores externos siempre están cambiando y afectando a los internos y viceversa.
Esto es particularmente crítico cuando a una de las partes le sucede algo en su vida que le ocasiona problemas y de pronto está en menos posibilidad de dar que antes.
Por ejemplo: en una pareja cuando uno de los dos pierde su empleo; o si por A o B motivo la disposición de cooperación cambia porque es lo apropiado, como cuando los hijos o los padres cumplen ciertas edades…
Es particularmente crítico poder notar que, a veces, vamos a tener necesidades sin llenar y que no nos las van a poder ayudar a llenar quienes usualmente nos colaborarían amorosamente, porque ellos mismos están en una necesidad más crítica (de la base de la pirámide de Maslow)…
Aquí es donde esta pirámide se vuelve útil de tener presente, pues en ese momento estaremos recordando la necesidad a partir de una sensación de pérdida de bienestar y muy fácilmente podemos olvidar que los demás nos colaboran, pero ultimadamente no son responsables de nosotros en un 100%.
Si las circunstancias se ponen complicadas, parte de la colaboración que se necesitará, es aguantar necesidades sin culpar ni hacer más conflictivo el escenario, sino redoblar la paciencia y la tolerancia por la incomodidad y el vacío que se siente cuando una necesidad no es llenada.
Por esto es tan crítico reflexionar y observar nuestras emociones antes de tomar un curso de acción para corregir, preguntarnos qué necesitamos y que sentimos lo revelará… pero, por otro lado, cuestionar la validez de nuestras primeras ideas sobre quién es responsable de llenar esas necesidades y bajo qué circunstancias se está.
En el círculo de confianza de las relaciones más cercanas, las emociones son muy intensas, pero conviene aprender a aguantar hasta aclarar qué pasa. No reclamar ni culpar a otros, sino estudiar con detalle las circunstancias de todos y aportar confianza, paciencia y perseverancia para sopesar cómo lograr el mayor beneficio posible para todos; entendiendo, en todo caso, que no se puede mantener siempre todo óptimo y hay ciclos naturales para todo.
Todo cambia constantemente, lo bueno y lo malo también; y debemos aprender a resistir, negociar con asertividad y perseverar.
