¿SU EQUIPO HA PAGADO EL PRECIO DEL ÉXITO?
Existen dos tipos de organizaciones o equipos, los que pagan el precio para alcanzar y mantener el éxito y los que no hacen.
La realidad es que alcanzar el éxito y más aún, mantenerlo, tiene implícito un costo que el equipo y sus miembros irremediablemente deberán pagar.
Este precio puede tomar muchas formas y ser diferente para cada miembro del equipo. Los siguientes criterios aplican, cuando de pagar el precio se trata.
Quien sacrifica poco, logra poco; quien sacrifica mucho, logrará mucho. Lo cierto es que un equipo sólo logra su éxito por medio del sudor, sangre y sacrificio de sus miembros.
El éxito se cultiva y eso es un proceso que toma tiempo. Se necesita tiempo para cosechar lo que se siembra, para conocer a las personas, para aprender cómo integrarse con ellas.
Un equipo sólo alcanza su potencial, si sus miembros alcanzan el suyo propio en la posición en que les toca servir al equipo.
Para algunos, el precio será educarse y desarrollar habilidades nuevas, una nueva virtud o forma de pensar.
Es natural que las personas piensen en sí mismas, pero la realidad es que, si un equipo ha de alcanzar su potencial, sus miembros deben poner la agenda del equipo por encima de la suya propia.
Un equipo exitoso es aquel que desarrolla la capacidad, en un momento dado, de devolver a sus miembros más de lo que ellos le han dado y, además, los ayudará a lograr mucho más de lo que cualquiera de los miembros podría lograr por su cuenta.
Las personas siempre tienen que decidir entre mantenerse y actuar a solas, de forma independiente, o dar el paso a relacionarse con otros e integrarse con ellos en organizaciones interdependientes para poder crecer.
Hay 4 aspectos a tener en cuenta dentro de un equipo que desea ser ganador.
- Todos deben pagar el precio. Ningún miembro puede quedarse sin pagar su precio por ser parte del equipo y ganar. O todos pagan el precio por ganar o simplemente, todos tendrán que aceptar que se les imponga el precio de perder.
- El precio se debe pagar todo el tiempo. No basta con alcanzar una meta en particular y luego dejar de crecer. Después de alcanzar una meta, sin duda viene otro desafío, ya sea por mantener la posición o por avanzar a la siguiente estación del camino, que nos lleva hacia cumplir el propósito. No se trata de ambición desmedida, se trata de entender que nunca estamos solos y que el mundo es dinámico y exigente.
- El precio aumenta si el equipo quiere cambiar, mejorar o mantenerse en la cima. Pasar de un estado mediocre, a un estado de desempeño aceptable, tiene un costo. Pasar de un estado aceptable, a uno muy bueno, tiene otro costo y, casi siempre, es mayor al anterior. Pasar de uno muy bueno, a uno sobresaliente, es aún más costoso.
- El precio nunca decrece. En los escenarios competitivos, las oportunidades cada vez cuestan más caro. La oportunidad que se presentó hace tiempo tuvo un costo determinado en ese momento. Las oportunidades que se presentan después, usualmente, vienen a un costo mayor. La competitividad las hace cada vez más escasas y disputadas.
Alejandro Larrave
“No hay victorias a precio de ganga.”
Dwight Eisenhower, Presidente No. 34 de los EE.UU. y General del Ejército que sirvió como Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas.