Para unos, la felicidad se alcanza con riquezas; para otros con honores y fama; otros muchos creen obtenerla a través del placer… Sin embargo, todos estos no son más que bienes externos que no son perseguidos…
por sí mismos, sino por ser medios que facilitan alcanzar la felicidad. Todos estamos buscando vivir felices y eso es el motivo detrás de todo lo que hacemos.
En una vida exitosa no hay sólo dinero, sino amor y “buena vibra” (armonía) a todo su alrededor. Experimentar armonía de manera constante, solo es posible a través de adquirir templanza (virtud mediante el equilibrio) y ello es lo único que ofrece una felicidad en sí misma.
Los virtudes no son innatas al ser humano, como lo son las pasiones, instintos o tendencias. Si fueran propias de naturaleza humana, todos seríamos virtuosos por el mero hecho de ser humanos, y esto, desde luego, no ocurre. Pero aunque no son un don de la naturaleza, pueden ser aprendidas.
Las virtudes son el punto de equilibrio entre dos fuerzas opuestas. Por ejemplo; el caso de la virtud de la valentía es el punto de equilibrio entre la temeridad y la cobardía.
Entonces el punto de partida para aprender una virtud consiste en identificar cuáles son los dos polos de los que está compuesta, identificar las acciones que reflejan este tipo de inclinación y reflexionar sobre dónde queda el punto medio entre dos fuerzas para actuar a favor del equilibrio.
No es de extrañarse entonces, que si no tenemos el hábito de meditar con frecuencia sobre estos temas, para cuando la vida nos coloca en circunstancias para las cuales el equilibrio es requerido, nos tome tanto esfuerzo discernir en ese momento lo que tenemos que hacer.
Sin embargo, la virtud tampoco es una ciencia. No por conocer que es el bien, o qué es la justicia somos buenos o justos.
No realizamos la templanza (equilibrio/virtud) por el mero hecho de tener conocimiento sobre que sea ella, la virtud implica la voluntad de obrar a sabiendas, con conciencia e intensión. Debemos elegirla, ejercitarla y practicarla hasta convertirla en un hábito de nuestro comportamiento.
Ya que el primer paso para poder tomar una decisión a favor de la virtud es, tener claro qué es virtud y qué no lo es, le invito a descubrir en los próximos números de la revista, algunos rasgos característicos de las virtudes básicas que toda persona de éxito tiene, y que usted podrá adoptar en su vida en caso de que aún no lo haya hecho.
Un hombre sin virtud no puede morar mucho tiempo en la adversidad, ni tampoco en la felicidad; pero el hombre virtuoso descansa en la virtud y el hombre sabio la ambiciona. (551 AC-478 AC) Filósofo chino.
