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Tolerancia – Clave para resolver los conflictos

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“Debo aprender… Que siempre existen tres diferentes enfoques en cada historia: mi percepción de la realidad, tu percepción de la realidad y la realidad. Entender que sin importar nuestras circunstancias, nuestras acciones suelen ser reacciones en torno a cómo percibimos la situación y nuestra percepción…

puede estar errada, que dos personas pueden observar la misma situación y percibir algo totalmente diferente”

Es posible que este primer pensamiento nos haga recordar alguna situación que hemos vivido donde estábamos atravesando un conflicto con alguien por percibirla cada uno de diferente manera. Puede que debido a la disparidad de nuestras percepciones el conflicto llegara incluso a desembocar agresiones mutuas o incluso hasta al uso de violencia, o tal vez simplemente, en que una de las partes se retirara de la discusión sin siquiera intentar llegar al entendimiento de la misma.

La versión más desafortunada de un conflicto es el del conflicto que se da entre dos personas que se aman y que a causa de estas diferencias de percepción no logran entenderse y por lo mismo empiezan a entrar en conductas que lastiman la relación.

Aún si no hubo agresividad, tratar de “olvidar” estos sucesos sin haber llegado a entender que era lo que realmente pasaba, puede ser un hábito que a la larga dará como resultado la muerte total de la relación, porque en el fondo el resentimiento relacionado a las injusticias percibidas se irá acumulando.

Pero el conflicto no es en sí mismo malo y puede se resuelto, lo importante es tratar de mantener en mente, antes de permitirnos entrar en actitudes hostiles, que el conflicto puede ser resuelto si ambas partes logran permanecer en diálogo y juntas explorar sus percepciones, para descubrir cuáles son los puntos encontrados de las mismas, que están causando la molestia de ambas partes. Y aprender a enfocarse siempre en buscar e significado de las reacciones de nuestros interlocutores en esa diferencia de percepción, en lugar de juzgarles y pensar mal de ellos, o peor aún, agredirles de vuelta.

La agresividad puede ser activa o pasiva, en un caso tiene ingredientes activos a través de los cuales se ejerce algún tipo de ataque directo sobre otra persona: y en el caso de la agresividad pasiva, ésta suele ser silenciosa e indirecta. La violencia resultante de la agresividad puede ser psíquica, emocional o física.

La violencia se ha ido convirtiendo, poco a poco, en una conducta que notamos cada vez menos como algo indeseable por la frecuencia con la que entramos en contacto con ella, por lo que hasta llega a parecernos “normal y aceptable”, y que cada vez ponemos menos empeño en explorar nuestros conflictos de manera adecuada. Y tristemente en el mejor de los casos, si nos desagrada la violencia, hemos aprendió a evitar los conflictos retirándolos o cediendo antes de tiempo, en lugar de buscar resolverlos de manera constructiva.

La violencia parece haberse convertido en un compañero constante del ser humano, a raíz de la gran cantidad de personas que aún no han notado que estamos filtrando la realidad constantemente a través de nuestras percepciones y que por ello, a veces simplemente no estamos viviendo en la misma realidad, aún cuando nos encontremos frente a frente.

Ha estado presente en todas las etapas de nuestra vida, porque ésta suele ser la manera en que reaccionamos cuando nos sentimos agredidos o injustamente tratadas y tenemos poco entrenamiento para reconocer que con frecuencia esas agresiones percibidas no eran reales sino imaginarias, Y EN LA MEDIDA EN QUE SOMOS MENOS TOLERANTES LA VIOLENCIA SE VA CONVIRTIENDO EN NUESTRA RESPUESTA HABITUAL.

Tomemos en cuenta que, si convivimos constantemente con violencia o agresividad es altamente posible que nosotros mismos tengamos hábitos que nos colocan en esa situación. Hay un peligro real, que al habituarnos a ella, comience a pasarnos desapercibida y “nos volvamos insensibles a su presencia”, por lo que comencemos a aceptarla como si fuera algo natural o inevitable y aceptemos vivir dentro de ella, sin esforzarnos ya en erradicarla de nuestra vida a través de mecanismos que nos ayuden a aclarar esas diferencias de percepción sin que implique agresividad.

El hombre tiene la capacidad de desarrollar en su interior la TOLERANCIA, esa capacidad fundamental de conceder la misma importancia a la forma de ser, de pensar y de vivir de los demás que a la suya propia, y esta cualidad puede resultar muy útil para resolverlos si se aplica de la manera adecuada.

Intentar resolver los conflictos únicamente con tolerancia sería caer en el exceso de esta virtud (defecto por exceso), pues de esa manera EL CONFLICTO se vuelve inconsciente y se prolonga SIN RESOLVERLO, pues implica “SOPORTAR” implica una solución forzada e implican que alguien “pierde”.

Los conflictos se resuelven verdaderamente, sólo si encontramos la serenidad, pese a sentirnos agredidos, de analizar la situación EN COMUNICACIÓN SOSTENIDA con la otra parte, (TOLERANCIA EN EQUILIBRIO) para adquirir consciencia de cómo las diferencias entre las percepciones causaron las impresiones equivocadas en cada lado, dando la impresión mutua de ser agredidos y como consecuencia de ese “entrar en consciencia” queda eliminada la necesidad de defendernos y se restablece la paz y la comprensión entre ambas partes.

Si comprendemos que nuestras creencias pueden estar equivocadas y nuestra costumbre habitual de “defendernos” de todo sin cuestionar antes, qué está sucediendo en el campo de las percepciones, nos hacen vulnerable a tener conflictos constantemente, también entenderemos que es importantísimo desarrollar en nosotros LA VIRTUD DE LA TOLERANCIA además de la metodología de comunicación adecuada que nos garantice la resolución de conflictos.

Es preciso aprender a compartir las experiencias percibidas, sin asumirla la propia como “verdad absoluta” y ser capaces de considerar el otro punto de vista en la ecuación es tan válido como el nuestro. Lo que hace falta es tratar de ponerse en “el lugar mental” de los demás.

Compartir las diferencias nos enriquece, pues al notar cómo las otras personas a veces están entendiendo la situación de manera distinta a lo que realmente estaba pasando y a raíz de ello se tornaban agresivas, y cómo nosotros mismo pudimos haber estado en la misma situación, nos da una perspectiva en la que ya podemos entender y perdonar compasivamente cualquier agresión recibida y dada. Debemos usar la tolerancia como herramienta para poder sostenes la calma y la buena voluntad, mientras logramos entrar en esta consciencia de lo sucedido y no como algo con lo que conservamos la armonía a la fuerza y permanecemos en la ignorancia de lo que realmente ocurre.

Las virtudes que tienen todas las personas de éxito

DEFECTO POR AUSENCIA
INTOLERANCIA

EQUILIBRIO/VIRTUD
TOLERANCIA

DEFECTO POR EXCESO
EXCESO DE TOLERANCIA

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