DEFECTO POR AUSENCIA: VILEZA
DEFECTO POR EXCESO: NOBLEZA SIN EQUILIBRIO Y REALISMO
NOBLEZA: Honorable, estimable con una capacidad de mantenerse en la virtud sin resentimiento de transgresiones previas y sin aferrarse a dolores de experiencias anteriores, procurando el bien mayor a pesar de todo.
En sí misma, la nobleza es la disposición de corazón de hacer el bien y obrar virtuosamente, sin importar a quién se le hace el bien, qué se haya recibido de esa persona en el pasado o se vaya a recibir en el futuro. Su mensaje es el de sostener la justicia en el mundo a través de ser fiel al principio de acción virtuosa de uno mismo.
Con la virtud de la nobleza se inicia el deseo de ser virtuoso, pero es insuficiente para lograrlo. Se deberá llegar a conquistar interiormente el control de nuestras emociones, pasiones, deseos y además, hacer un trabajo consciente por balancear nuestros conceptos de virtud para que la nobleza germine positivamente. No es sencillo el manejo de la nobleza, puesto que no es posible manejarla adecuadamente cuando las demás virtudes no han sido instaladas previamente, o hay todavía conceptos de las mismas, que están distorsionados. Sin una referencia de verdadero equilibrio entre el bien común y el propio, la virtud es imposible y entonces, de poco servirá la nobleza.
Los VALORES son el pilar conceptual sobre el que se edifica el equilibrio en nuestra vida. Las VIRTUDES son la forma habitual en la que llevamos a la acción esos valores.
LAS VIRTUDES SON EL PUNTO DE EQUILIBRIO ENTRE DOS FUERZAS INTERIORES OPUESTAS, QUE TIENDEN A BALANCEAR EL BIEN COMÚN CON EL BIEN PERSONAL.
Conceptos distorsionados o difusos darán como resultado decisiones y acciones con consecuencias inesperadas y potencialmente desagradables. Conceptos claros y realistas equivaldrán a decisiones y hábitos acertados sin consecuencias indeseables y asegurarán que otros (niños, hijos, empleados, etc.) puedan seguir el ejemplo felices, porque no habrá injusticia en nuestra manera de actuar, ni hacia el prójimo, ni hacia uno mismo. Para poder expresar la nobleza adecuadamente, lo primero es saber distinguir la virtud de los defectos.
SE DAN DEFECTOS DE DOS TIPOS: por ausencia total de la virtud o por intentar exagerarla.
El defecto por ausencia de la virtud es la vileza. Que corresponde a la inclinación a darle mayor importancia al bien propio que al de otros y entregarse al egoísmo y auto indulgencia.
Las personas con el defecto por ausencia de esta virtud son personas cuyo egoísmo es grande y su verdadera intención es siempre la de servirse a sí mismos y mantenerse cómodos, sin importar los medios que tengan que usar para lograrlo. A diferencia de las personas en el exceso de la virtud, que tienen los conceptos distorsionados, estos últimos tienen claro el proceso, pero intencionalmente abusan, imponen, son desconsiderados y toman de los demás todo lo que puedan.
Suelen ser arrogantes considerándose mejores o más merecedores de bienestar que los demás. Traicioneros, aunque a sus ojos lo llamaran “astucia”. Suelen ser despiadados, insensibles al dolor que causan en otros. Son tan egoístas y hedonistas que su mala voluntad será tan grande que, en su deseo de conseguir lo que quieren, pasarán atropellando a todos si les resultara necesario o simplemente, no tomarán responsabilidad de sus propias pasiones bajas interiores por resultarles “incómodo”.
Mientras más fuertes e inteligentes, más nefastos se vuelven para los demás.
El defecto que se da por intentar exagerar la nobleza puede darse por varias razones: Insistir en victimizarse a sí mismos a través de repetir una y otra vez sus errores, sin reparar en las consecuencias negativas de sus decisiones para consigo mismos y, en lugar de rectificar sus conceptos de las virtudes en las que suelen caer en el exceso, continuar creyendo que “mágicamente” todo estará bien; o que está bien fiarse de otros sin poner atención a los resultados de sus interacciones.
El defecto por exagerar la virtud está en intentar convertirla en una fachada al servicio del ego para usarla a favor o vanagloriarnos de ella. Por miedo excesivo a caer en el defecto por ausencia y falta de discernimiento de cómo no hacerlo. Por concederle mayor importancia al bienestar de otros que al propio, por padecer baja autoestima. Por concederle mayor relevancia al bien de otros que al propio, por tener una idea distorsionada sobre la nobleza de hacerlo.
La nobleza infunde el espíritu de justicia y de bondad, pero sin una referencia adecuada al respecto de cómo mantener en equilibrio las demás virtudes es, de hecho, un punto vulnerable que otros de menos escrupulosos usarán a favor de sus agendas.
Silvia Larrave
www.silvialarrave.com