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LLAVE #3 Un código de honor sin distorsiones (parte 2)

LLAVE #3 UN CÓDIGO DE HONOR SIN DISTORSIONES. Parte 2

¿CÓMO SE PUEDE CONSTRUIR LA ASERTIVIDAD?

Primero se debe tener claridad y luego convertir sus defectos en virtudes.

No creo que éste sea un tema de santos y mucho menos un tema que sólo deba interesarle a las religiones. Las virtudes son imprescindibles para alcanzar la felicidad sostenible y, por lo mismo, no deberíamos darnos el lujo de excluir su esclarecimiento de nuestro plan de vida.

Generalmente, una persona se interesa en la virtud, pero siente algo de impotencia al respecto cuando se vincula con sus
defectos.

En mi experiencia, la virtud se alcanza con una clara meta de lograrlo, pero sólo si también se tiene el método adecuado para que a través de las ACCIONES VOLUNTARIAS lleguemos a establecer la virtud como la habitual forma de actuar.

En mi propia vida experimenté que el tema de ser consecuente a mis valores era imposible de lograr sin meditar e idear alguna clase de plan para evolucionar al respecto.

Jamás me he arrepentido de haber sido “yo misma”, sin embargo, no puedo simplemente pretender aceptarme tal y como soy y ya, pues de conformarme con eso, nunca evolucionaré para alcanzar mi máximo potencial. Eso no podría lograrlo sin trabajar en mis defectos.

Es sólo a través de adquirir equilibrio en uno mismo y llevarse a la virtud cuando la calidad de vida alcanza su máximo potencial.

Con frecuencia no alcanzamos la virtud porque no somos capaces de tener autocontrol en los momentos adecuados, por estar divididos en mente consciente y mente inconsciente, por lo que no identificamos todas nuestras formas de actuar como elecciones hechas por nosotros mismos.

En otras ocasiones no la alcanzamos simplemente por carecer de consciencia con respecto al precio tan alto que pagaremos a largo plazo si nos dejamos llevar o vivimos pasivamente esperando a que las cosas sucedan por sí mismas, simplemente porque no nos hemos tomado suficiente tiempo para pensar en ello para transformarnos realmente en lugar de sólo reprimirnos en la medida de “lo posible”.

SE DAN DEFECTOS DE DOS TIPOS:

El defecto por ausencia de la :

Corresponde a la inclinación a darle mayor importancia al bien propio que al de otros y entregarse al egoísmo y la autoindulgencia.

El defecto por exagerar la virtud Corresponde a varias posibles razones:

  • Intentar convertir la virtud en una fachada al servicio del ego para usarla a favor o vanagloriarnos de ella.
  • Por miedo excesivo a caer en el defecto por ausencia y falta de discernimiento de cómo no hacerlo.
  • Por concederle mayor importancia al bienestar de otros que al propio por padecer baja autoestima.
  • Por concederle mayor relevancia al bien de otros que al propio por tener una idea distorsionada sobre la nobleza de hacerlo.

Partiendo de que la única manera sostenible de vivir en paz y bienestar como sociedad es viviendo, de manera que los valores preserven la justicia y el bienestar para todos, concediéndole tanta importancia al bien individual como al bien común.

Los defectos no son nada más que la ausencia del aprendizaje necesario para saber discernir y actuar, a partir de la necesidad de concederle igual importancia al bien común que al bien propio y/o la ausencia de la habilidad para conciliar las fuerzas interiores a través de la prudencia, templanza y la fortaleza para poder llevarnos a la justa acción.

En mi experiencia como terapeuta, siento que la mayoría de personas que no se portan de una manera virtuosa son simplemente ignorantes de cómo lograr transformarse o de las razones de por qué es mejor idea comportarse de otra forma.

De hecho, con frecuencia descubro que la razón detrás de todo consiste en que no lo consideran posible y que se sienten vivir en un mundo hostil donde comportarse virtuosamente supone más peligros que beneficios.

No es cierto que el mundo se divida en “malos” y “buenos”, es un asunto de meditar y trascender el proceso natural de maduración de la mente; así de sencillo.

Si es que se pudiera dividir el mundo en dos fuerzas, sería entre “maduros” e “inmaduros”.

(Mi libro Asertividad sugiere un método sistemático para llegar a las virtudes en nuestras vidas.)

Ya sea que uno tenga un interés espiritual, material o simplemente mental, desarrollar virtudes tiene el potencial de incrementar exponencialmente nuestra calidad de vida y la de aquellos en nuestro entorno y esto amerita cualquier esfuerzo que esto pudiera costarnos.

Aquellos cuya consciencia llega a dar lugar al deseo de tomar la responsabilidad de sus defectos y están dispuestos a vivir con el firme propósito de llegar a la virtud por su propio bien y el de todos los que aman.

Pienso que ya es tiempo de convertirnos en la clase de personas que hacen los milagros con sus decisiones y esfuerzo, así como establecer una cultura de paz y bienestar para todos, como es justo, honorable y digno de un ser humano.

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