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Lealtad

“Lealtad: Consistente en el cumplimiento de lo que exigen las normas de fidelidad, honor y gratitud hacia una comunidad a la que se pertenece”. Ciertamente la lealtad es una bella cualidad”…

Las personas leales saben tomarse sus alianzas de manera muy profunda, son verdaderos jugadores de equipo con quienes puedes contar siempre. Defienden y apoyan a su equipo en las buenas y las malas. Resisten a cualquier precio por ellos, protegiéndolos, incluso con su propia vida en casos extremos. Su encantadora cualidad les hace fifirmes en la tempestad y dejan por sus venas correr la amorosa pasión de la solidaridad.

Su fuerza se multitiplica con la presencia de otros miembros de su equipo. Son fifieles a sus maestros y guías, guardando sus órdenes y cumpliendo su deber. Sin importar en qué jerarquía se encuentren, su poder es increíble porque lo darán todo por su equipo y los intereses del mismo.

Es muy importante entender que sólo podemos comprometernos a ofrecer lealtad a aquellos grupos donde los valores del grupo estén en armonía con los nuestros, pues la lealtad funciona como en una especie de círculos concéntricos. Las alianzas de los círculos de más afuera titienen que permanecer dentro de los valores de las alianzas más íntitimas para poder funcionar, de lo contrario creará conflictos de intereses y eso no es sostenible a largo plazo. (Ver Fig.1) donde en el círculo más íntimo estamos nosotros con nuestro interior, luego nosotros y Dios, luego nosotros y la pareja, luego nosotros y la familia, luego nosotros y los amigos, etc.

Lo más importante de la lealtad es usarla con discernimiento de lo que es correcto para Dios y tu persona y a partitir de allí puedes ser la persona más leal a tus principios y a todos los equipos que puedas formar, donde tus principios sean compartitidos por otros. El precio de no tomar el concepto seriamente será muy alto, pues al comprometer nuestra integridad no tendrá ningún sentido, otro sacrificio o valor que antepongamos.

El defecto por ausencia de esta virtud es la deslealtad. “No se puede ser leal a dos amos” dice el dicho. No se puede dar todo por dos equipos con choque de intereses esa es la primera condición que hay que verifificar, de ser así las alianzas deben ser re-negociadas en otros términos o disueltas.

Por otra parte, aun cuando los valores e intereses sean los mismos en todos los equipos, servir a la virtud a veces supone grandes esfuerzos y sacrificios y no todos tenemos la fuerza para honrar siempre lo que es correcto y de allí proviene una posibilidad de deslealtad. Otra, por supuesto la más común, se manifiesta cuando el individuó antepone intereses egoístas fuera del marco de sus acuerdos previos a sus alianzas y por vía de los nuevos, deshonra sus acuerdos previos.

Tengo que decir que a veces no es posible conciliar el dolor y las circunstancia y en ocasiones, perdemos lealtad por tener miedo a las consecuencias o por no poder resistir la fuerza de la tentación. Las personas desleales caen generalmente ante estas dos cosas: el placer y el dolor y a la hora en que el equipo necesita que sean más solidarios, podrían fallar si uno de estos dos elementos se hace demasiado intenso dentro de las circunstancias en las que estén. Otra posibilidad es cuando se forma un conflicto de intereses dentro de las circunstancias.

También se puede llegar al defecto por exceso de esta virtud, cuando el valor de la lealtad se antepone a la integridad entre Dios y la persona. Si no se ha tenido el cuidado de entonar y esclarecer los valores del grupo al que uno va a pertenecer, entonces es posible que llegue el momento en que tengamos que elegir entre ser leales al equipo o ser leales a nuestros valores y alianza a lo divino. Si escoges a tu equipo por encima de tu integridad personal y tu alianza entre lo divino y tú, estás en el exceso de lealtad por el equipo.

La buena notiticia es que si acaso llega uno a esta situación tenemos un posible camino: influenciar a nuestro equipo a alinearse a lo divino, en lugar de sólo traicionarnos a nosotros mismos y a lo divino. Entonces si, nuestra labor se volverá virtuosa.

Si en nuestro intento de ser leales nos volvemos fanáticos ciegos de nuestro equipo, sus errores quedarán sin corregir, sus desbalances sin equilibrar y nos sentiremos desdichados en el fondo, porque nadie puede sentirse bien, si para ser leal a un equipo tiene que traicionar lo sagrado para sí mismo.

Las personas de éxito saben seleccionar equipos que se alinean a sus valores y tienen la tranquilidad de que no se les pedirá traicionar esos valores. Por lo mismo, sus alianzas son duraderas y fuertes y con ello alcanzan resultados increíbles.

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