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La búsqueda de la felicidad

LA BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD

 

SILVIA 71

En general, podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que todo lo que hacemos o dejamos de hacer en nuestra vida es un intento por ser felices. Todos deseamos serlo, la única diferencia es la forma en que cada quien lo intenta.

Algunos buscan riquezas, otros amores, otros roles de vida, etc.; sin embargo, el complicado mundo en que vivimos siempre nos deja perplejos, pues nada permanece igual…

  • Las cosas no siempre son como deseábamos que fueran.
  • Todo principia y termina y, a veces, te toca aferrarte cuando lo que deseas es soltar o soltar cuando lo que realmente deseas es aferrarte…
  • Las cosas no siempre son justas.
  • La gente no siempre es leal o amorosa; y en un mundo donde tenemos que descubrir la manera correcta de causar los efectos que deseamos vivir, sufrir parece inevitable.
  • No obstante, existe la posibilidad de dominar nuestros pensamientos, de tal manera que la felicidad se vuelva accesible a nosotros, aún si todo a nuestro alrededor parece caerse en pedazos. Comencemos por entender de donde sale tanto sufrimiento…

 Sólo existen 3 causas que dan origen a todo el sufrimiento que experimentamos en nuestra vida:

 La ignorancia, El apego Y La aversión.

De la ignorancia de lo relativo e impermanente de las cosas nace el orgullo, del apego viene la codicia y del rechazo la envidia. Y estos, a su vez, se vuelven los puntos de partida de cientos de combinaciones de emociones destructivas y acciones que se ejecutan a partir de ellas.

Vivimos en un mundo que funciona sobre la ley de causa y efecto; no hay premios o castigos, sólo consecuencias. No hay víctimas por la eternidad… aun si en tu infancia lo fuiste, no permaneces indefenso para siempre si lo que haces es tomar la responsabilidad de tu vida, educarte y crecer.

Todo es temporal, lo bueno y lo malo, lo cual es un alivio, dado que nos toca arrancar la vida desde la ignorancia absoluta de qué hacer o dejar de hacer para poder vivir en paz. La verdad esto parece simplista, pero el porqué de nuestro sufrimiento entendido desde esta perspectiva es más que un consuelo.

Es muy útil poder darnos cuenta que todo lo que tenemos que hacer es aprender a causar y no apegarnos o rechazar las cosas que se nos amargan el camino.

Cuando hablo de apego no me refiero a un simple deseo o gusto por algo, sino a una manera de relacionarnos a ese algo que lo ha vuelto imprescindible para nosotros; una adicción o una forma enfermiza de aferrarnos al placer.

Es saludable crear lazos de unión, con las personas por ejemplo, pero el problema se da cuando dejamos que nuestra felicidad dependa de ellas y no estamos dispuestos a soltarlas.

Además, no nos debemos permitir una actitud de aversión o rechazo extremo, pues odiar algo invariablemente nos envenena y nos hace propensos a actitudes destructivas que, a su vez, generarán más sufrimiento. Podemos evitar las aversiones buscando puntos de vistas que nos permitan comprender cómo llegamos a causar nuestras propias circunstancias y portarnos constructivos en relación a las fallas de otros que, al igual que nosotros, caen en acciones destructivas a raíz de sus propios apegos, rechazos e ignorancia.

No es claro siempre, pero al enfrentar “el porqué” de nuestro sufrimiento, invariablemente, descubrimos un pequeño berrinche en el fondo, que viene de la naturaleza simple de nuestro cerebro… el cual está diseñado para intentar perpetuar lo agradable y evadir lo desagradable, nos impulsa a actuar activa o pasivamente, dar y recibir en función de esto. Esto, sumado a que aprender a vivir en causa y efecto es sumamente complicado, porque el grado de conciencia con que nacemos es “ignorancia total” y que el camino para despejarla es muy largo, nos puede complicar un poco la vida.

Con certeza mejoraremos nuestra calidad de vida manteniendo una actitud de aprendiz ante ella, buscando la educación continua con disciplina y aprecio, y practicándola para desarrollar la sabiduría que resguardará nuestra paz. Asegurándonos de mantener nuestros deseos y afectos disciplinados en un halo de “preferencia” y “disfrutar mientras se pueda” en vez de condicionar nuestra felicidad a la posesión de circunstancias u objetos.

Tenemos que estar dispuestos a mantener una actitud de afecto por los resultados favorables y al mismo tiempo aceptar los aspectos desagradables que resultan inevitables, por el solo hecho de ser humanos.

Lo maravilloso de entender que el origen del sufrimiento es la forma en que nos relacionamos internamente con el mundo y sus habitantes (y no lo que nos pasa en sí mismo) es que podemos liberarnos de éste, a través de aprender con constancia y disciplina hábitos y actitudes que causan la paz mental.

 

Silvia Larrave

Del libro “Ecuanimidad, En Busca de la liberación del sufrimiento”

info@silvialarrave.com

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