“Colocación o distribución de personas, datos o cosas en el lugar que les corresponde”. Las personas de éxito tienen una característica común, que parece que a veces pasa desapercibida por lo ordinaria que resulta, sin embargo, es clave para tener la capacidad de tomar buenas decisiones: la virtud del orden….
Orden en sus espacios de vida, de trabajo, en sus cuentas, en sus relaciones y en sus ideas. Tienen la capacidad de establecer clasificaciones y tomar decisiones a partir del orden con que manejan la información de todo tipo. Desde sus lugares de trabajo, hasta sus cuentas y tiempo, mantienen a la vista su información de manera ordenada, ingeniosamente clasificada y exacta, pues de ese orden se desprende su capacidad para administrar recursos de manera acertada y sabia.
Las personas exitosas tienen una noción clara de la vida gracias a este grandioso hábito. El orden propicia desde cuantificar, clasificar, asignar espacios, asignar prioridades, asignar tiempo hasta invertir recursos.
Lo mejor de todo es que el sentido común es todo lo que necesitamos para ir deduciendo la mejor manera de hacerlo y cualquier persona puede desarrollar esa virtud si se lo propone.
Exagerar esta cualidad la convierte en un defecto. El defecto por exceso se manifiesta en las personas, como un orden que mantienen de manera compulsiva e inflexible, donde sufren alteración nerviosa y emocional si su ambiente es cambiado de alguna manera.
En este estado, ordenar se convierte en el fin y no el medio. La persona se vuelve compulsiva para permanecer en orden, sus calificaciones son imprácticas y se intenta abarcar en exceso, causa molestia y conflicto en las relaciones, pues los demás no podrán entender ni mantener el ritmo de semejante orden.
Se tiende a caer en este exceso cuando uno se obsesiona con tratar de controlar el ambiente.
En contraste, el defecto por ausencia es el desorden. Uno puede ser desordenado en unas áreas y ordenado en otras, en todo caso el tema va desde el desorden físico en las áreas de trabajo y donde se vive y el desorden de datos financieros, relaciones e ideas.
El desorden tiende a causar confusión y falta de claridad y exactitud, por lo que entorpece las decisiones de todo tipo y mantiene a la persona en un estado “nebuloso”, donde en realidad no tiene mucha noción de “dónde está parado” con respecto al área de su desorden.