“Cortesía: Demostración o acto con que se manifiesta la atención, respeto o afecto que tiene alguien a otra persona”…
Una persona demuestra su aprecio por otra con sus muestras de cortesía. La cortesía es esa delicada forma en que cuidamos nuestras relaciones. A través de ella mostramos que en realidad tratamos a las demás personas con aprecio y consideración, que nos hacen merecedores del mismo trato y nos colocan en relación de amigos. Esta virtud tiene la cualidad de multiplicar el afecto y aprecio entre las personas. Tiene un grado de importancia altísimo en cualquier relación, pero especialmente, en aquellas más íntimas.
La cortesía le da dignidad a la forma en que recibimos los aportes de otras personas a nuestra vida. Ninguna relación puede prevalecer sin ella, pues nadie estaría dispuesto a quedarse en una relación en la que no se le muestra aprecio, respeto o consideración.
Las personas corteses son atentas a los detalles para corresponder a los demás. Corresponden a cada atención que reciben con otra de similar o mayor valor. No dudan en contestar a cada interacción con prontitud y amabilidad. Devuelven las llamadas, correos, cartas, tienen consideración por el tiempo de los demás y no los dejan esperando, confirman su participación en los eventos, ceden el paso, tienen mucha atención a ahorrarles esfuerzos innecesarios o desagradables a otros.
El defecto por ausencia es la descortesía. Asombrosamente, muy frecuentemente no es causada a propósito, sino más bien por falta de atención a los detalles. Cuando las personas no se están fijando en lo que dan y reciben, cuando no son expresivas por alguna razón, cuando no tienen costumbres o tendencias bondadosas y cuando simplemente no tienen consciencia de lo que cada cosa implica para los demás. La gente descortés no devuelve llamadas, no corresponde invitaciones, no avisa si no puede cumplir algo, no es puntual, no contesta correos, no confirma de recibido nada, no cede el paso, a veces simplemente no les importa lo que a los demás les haya tomado de esfuerzo tener detalles hacia ellos, o causarles molestias con su actitud. Son muy poco agradables de tratar y el efecto que causan en sus relaciones es el de hacer sentir a los demás que no son apreciados. Ello tiende a desgastar gradualmente sus relaciones, por lo que se vuelven frías y desabridas o simplemente desaparecen con el tiempo.
El otro extremo tampoco resulta agradable. Si exageramos la cortesía, alguien podría sentirse acosado o sentir desconfianza de nosotros.
La exagerada expresión de actos de cortesía, corresponde generalmente a un patrón de “exceso en dar”. Causa un sofocamiento de las relaciones, por lo que también tiene un efecto desgastante, tanto para quien lo da, como para quienes lo reciben, aunque con menor frecuencia.
La personas excesivamente corteses son amables en exceso y dan respectivamente la cantidad de cortesía a cada persona en su camino, sin importar si la merecen o no. Dan en exceso, entonces resultan molestas y se las toma para sacar provecho de ellas.
Son además exageradas al tomar acciones para corresponder a otros, por lo que terminan pareciendo algo falsas. No confirman una invitación sin ofrecerse además a ayudar en todo; no confirman un mail sin exagerar su tono amable, creando desproporción entre la respuesta y la verdadera dimensión del asunto. En todo caso son muy amables y buenas pero necesitan balance y valoración de su propio tiempo y energía.