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Herramientas para escuchar de form efectiva

HERRAMIENTAS PARA ESCUCHAR DE FORMA EFECTIVA

En la edición anterior les compartí la primera de las herramientas para escuchar efectivamente, que era Verificar si lo que estamos escuchando es lo que la otra persona quería decir.

A continuación encontrarán las otras dos herramientas que ayudan a desarrollar esta habilidad que tanto nos hace falta aprender.

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2. Indagación o el arte de hacer preguntas

Consiste en contar con una serie de preguntas que podemos introducir en la conversación, en función de profundizar la propia escucha y la del otro.

Las preguntas son un universo complejo que podríamos dividir de muchas maneras diferentes.

En esta ocasión, las hemos dividido en tres grupos:

A) Preguntar… ¿desde dónde me hablas?

Hacerse esta pregunta es reconocer que en la otra persona hay un observador diferente, legítimo y autónomo. Si no tiene ese reconocimiento, no surge la pregunta.

 Y cuando me pregunto ¿desde dónde me habla el ser humano con el que estoy conversando? me estoy cuestionando por su pasado, qué lo hizo ser el observador que hoy se revela ante mí.

Podemos replantear esta pregunta de varias formas:

Puedo preguntar… ¿De cuál discurso histórico proviene?

La forma como mira el mundo, lo que me está diciendo y la forma cómo me lo  está diciendo, se relaciona con su historia, con sus orígenes, con los lugares y espacios culturales de los que viene.

No es igual escuchar a un venezolano que a un japonés, a un español que a un brasileño.

Su particular discurso histórico le proporciona una forma particular de darle sentido a lo que observa.

También le da una forma particular de operar. Cada discurso histórico provee, a quienes se desarrollan en él, un conjunto de prácticas sociales que se constituyen en repertorios habituales de funcionamiento.

Puedo preguntar… ¿Cuál es su historia de experiencias personales?

El observador particular que cada persona es en el momento de una conversación, se ha gestado a partir del conjunto de experiencias personales que ha vivido en el pasado, más o menos remoto.

No conocer estas experiencias es correr el riesgo de no saber con qué tipo de observador estamos conversando.

Preguntarnos por sus experiencias es acercarnos a ese observador y con ello, abrimos la posibilidad de escucharlo más profundamente.

Puedo preguntar… ¿Desde qué emocionalidad me habla?

Muchas veces, la emoción que la otra persona manifiesta al conversar nos permite comprender mejor lo que nos dice.

Su emocionalidad es una ventana a sus conversaciones privadas. No escuchar las emociones del otro es perder la posibilidad de acceder a su mundo interior, a sus juicios, a sus cuentos.

Puedo preguntar… ¿Qué puedo escuchar de su corporalidad?

Escuchar “cuerpos” significa prestar atención a la postura del otro, a su forma de moverse, a sus gestos y todo ello me permite acercarme más y escucharlo mejor.

Prestar atención a la respiración del otro me da muchas claves para salvar esa brecha que separa el hablar del escuchar.

Colocarse en las tensiones del otro por un momento, “habitar su cuerpo”, permite sentir y ver el mundo como el otro lo ve.

B) Preguntar… ¿cuáles son las consecuencias que se van a generar a partir de esta conversación?

Esta pregunta nos permite imaginarnos el futuro que se vislumbra en la relación con la otra persona, a partir de la conversación que se produjo. Toda conversación genera consecuencias. Todas las personas involucradas en la conversación salen afectadas por ellas. Toda comunicación produce algunas posibilidades y restringe otras.

 Si logramos preguntarnos por las consecuencias de una conversación antes de que se realice o mientras se realiza, podemos intervenirla en función de darle una direccionalidad determinada.

 Podemos hacernos cargo del futuro que escuchamos a partir de cierta conversación. Podemos abrir algunos repertorios conversacionales para conducir la conversación hacia donde creemos garantice el futuro deseado.

 Aprender a escuchar las consecuencias de una conversación es una habilidad clave en el escuchar efectivo.

Cuando lo hacemos estamos escuchando el futuro a través del proyectar los resultados posibles.

 C) Preguntar… ¿cuáles son las acciones involucradas en lo que me dices?

Cuando me habla, la otra persona está haciendo algo conmigo. Preguntarme qué es lo que está haciendo es central para poder escucharlo, para comprenderlo y para coordinar acciones.

 Cuando me pregunto por las acciones de quien me habla, me pregunto por el presente de nuestra conversación, por lo que está pasando en el momento que estamos conversando.

 Al hablar, la otra persona puede, por ejemplo, felicitarme, darme las gracias, pedirme un favor o cerrar un acuerdo conmigo. Puede estar acariciándome o castigándome. Puede estar invitándome o despidiéndome.

 Cuando no escuchamos las acciones que él o ella hacen cuando nos hablan, se incrementa la posibilidad de equivocarnos en el desarrollo posterior de la relación con esa persona.

 Al no darnos cuenta de lo que está haciendo al hablar perdemos oportunidades, vivimos confundidos y generamos desencuentros.

 Es importante detenernos entonces y buscar escuchar lo que el otro hace cuando habla.

Como podemos apreciar, estos tres grupos de preguntas corresponden, por un lado a la estructura de la temporalidad y, por tanto se dirigen al pasado, al presente y al futuro, respectivamente. Por otro lado, corresponden también al modelo del observador y de la acción humana y remiten al observador a la acción y a los resultados, en ese mismo orden. 

3. Compartir inquietudes

Escuchar efectivamente significa acercarnos a la inquietud del otro. Mejorar nuestra habilidad para escuchar implica ser más efectivos escuchando aquello que le inquieta a quien escucho.

Cuando nos preguntamos por la inquietud del otro, nos preguntamos ¿de qué se está haciendo cargo cuando me dice esto?

Una forma de lograrlo es introducir en la conversación un espacio para hacer explícitas las inquietudes de ambos.

Si soy el hablante puedo decir:

“Quiero plantearte algo que me está preocupando, déjame explicarte lo que me pasa….” y expongo mi inquietud, lo que a mí me lleva a hablar.

Si soy el escuchador puedo preguntar:

“Quisiera saber más de lo que te preocupa…” o “¿Por qué me estás diciendo esto, qué te está inquietando?” e indago para encontrarme con la inquietud del otro.

Propongo e indago sobre las inquietudes para sacarlas del espacio velado de las conversaciones privadas y traerlas a la superficie de la conversación pública.

 Al hacerlo se abre la posibilidad de una escucha mucho más efectiva para todos los que participan de la conversación.

“Yo me recuerdo a mi mismo cada mañana: Nada que yo diga este día me enseñará algo. Así que si si voy a aprender algo este día, debo hacerlo a través de escuchar a los demás.” | Larry King (1933) Es un periodista, comediante y líder de pensamiento estadounidense.

Alejandro Larrave

[email protected]

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