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En busca de la ecuanimidad

Hemos concluido finalmente el análisis de 45 virtudes imprescindibles para el éxito.

Emprenderemos entonces un viaje a las profundidades del autocontrol, ahora que ya poseemos herramientas para manejar lo interno en función del bienestar externo.

Ya hemos hablado de la ecuanimidad en el pasado ¿recuerdan?

ECUANIMIDADes la igualdad y constancia de ánimo derivada de la imparcialidad de juicio.

Ahora, iniciaremos una travesía más detallada para conocer un poco más de esta virtud.

Generalmente, las personas no reparamos en una tendencia arraigada en nuestra condición: poseemos impulsos interiores que van de la mano con formas de actuar que perjudican o favorecen nuestra vida. Sin un filtro entre la emoción y nuestra persona, la vida puede volverse un caos.

No exagero al decirlo. Bajo la influencia de las emociones, algunas personas actúan irracionalmente y, en algunos casos, esto provoca consecuencias de gran envergadura o como mínimo causa un sinfín de exposiciones a riesgos y conflictos innecesarios.

Pese a que reaccionar a nuestras emociones indiscriminadamente puede acarrear problemas, éstas no existen para hacernos la vida imposible, sino para informarnos de la relación entre lo externo y lo interno. Es decir, son una especie de “brújula” para guiarnos a la felicidad.

¿Qué quiero decir con esto?

Las emociones son el temple de nuestra relación con el mundo exterior. Si hemos de hallar aquello que nos hará felices, es seguro que lo encontraremos entendiendo el efecto que cada situación tiene sobre nosotros. De esa manera, podemos abrirnos haciendo ajustes a nuestras elecciones de acuerdo con lo que experimentamos.

El truco es observar sin dramatismos, hasta que el mundo interior esté más claro y podamos interpretar qué quieren expresar las emociones respecto de nuestras decisiones o vivencias.

Más adelante aprenderemos que las emociones son reflejo de los pensamientos, y estos son producto de la percepción. También tomaremos consciencia de lo importante que es investigar más y reaccionar menos. Asimismo conoceremos el origen de las emociones destructivas y nos percataremos sobre las condiciones que las generan. Aprenderemos a ser más objetivos con nuestro andar por la vida y a generar un proceso que nos ayude a entender mejor los elementos de decisión. Todo esto, antes de exponer nuestras relaciones a los efectos adversos que podrían registrarse debido a un asunto complejo que provoque un cambio emocional constante.

Crearemos protocolos de “emergencia” y veremos cómo al ser pacientes y aprender a “aguantar” sin comunicarnos, mostramos una mejor actitud incluso cuando los problemas sean muy duros.

De igual forma, para conquistar la ecuanimidad, estudiaremos hábitos que nos permitan:

  • Mejorar nuestro entendimiento de la vida en situaciones tensas.
  • Dominar nuestro cuerpo para tomar mejores decisiones y
  • Conquistar los sentimientos.

 

                Silvia Larrave

www.silvialarrave.com

[email protected]

 

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